¿Quién no siente miedo en la tormenta?
Oh Cristo, a ti confiamos nuestra salvación.
Elevando una plegaria, oh Señor, invoca tu presencia,
el desbocado corazón.
Oh Cristo Jesús, tu resplandor sometió a la entenebrecida galerna,
precipitándola al abismo.
Y tu excelsa diestra,
nos protegió con su poder santísimo.
Oh Señor Jesucristo, Tú serás el escudo de tus discípulos amados,
hasta hollar la morada eterna.
A ti clamamos;
y nos has blindado, revistiéndonos de tu obediencia.
Si vives en el Espíritu,
nunca te embaucará la rendición,
Oh Todopoderoso Cristo,
del misterio de la piedad, hemos recibido tu inmerecida bendición.
Oh Redentor, de la angosta senda,
eres luz en la aflicción.
Meditaré de día y de noche en la Palabra,
hasta ser redimido, oh Señor, por tu sagrado perdón.
Paz de Cristo
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