En su propósito nada se solapa, aconteciendo en su resolución un ilimitado poder.
Oh Cristo, todo el universo en la Palabra se sustenta,
y conforma una inexpugnable fortaleza; si en ella puedes creer.
El milagro de tu existencia,
está concernido en la Palabra.
Oh Cristo Jesús, en el santuario de excelencia,
guardas, oh Todopoderoso, tu omnipresencia que hasta en el lugar más ignoto nos ama.
Oh Señor Jesucristo, tu omnisciencia con estupor abate mi alma,
al exceder tu sobrenatural creación a mi precario entendimiento.
El ser humano, oh Señor, que en ti cree, vive en la luz de tu gracia,
que desciende del glorioso firmamento.
Oh Sumo Hacedor, Tú eres el autor de la vida,
y el agua sagrada que sacia nuestra sed.
Concebiste mi estructura de una encriptada semilla,
que ha de morir al mundo, para en santidad crecer.
Oh Redentor Omnipotente, a que inmunda naturaleza estamos encadenados,
que por activa y por pasiva nos ha de instruir con denodada persistencia tu Palabra.
Y aún con el arrepentimiento y bautismo, seguimos manchando la blancura del vestido con multitud de pecados;
porque ante un entendimiento fatuo, solo cabe el traje de cilicio y ceniza, para postrados atemporalmente a los pies del Rey de reyes, consagrar incorruptible el alma.
Paz de Cristo
Oh Cristo, todo el universo en la Palabra se sustenta,
y conforma una inexpugnable fortaleza; si en ella puedes creer.
El milagro de tu existencia,
está concernido en la Palabra.
Oh Cristo Jesús, en el santuario de excelencia,
guardas, oh Todopoderoso, tu omnipresencia que hasta en el lugar más ignoto nos ama.
Oh Señor Jesucristo, tu omnisciencia con estupor abate mi alma,
al exceder tu sobrenatural creación a mi precario entendimiento.
El ser humano, oh Señor, que en ti cree, vive en la luz de tu gracia,
que desciende del glorioso firmamento.
Oh Sumo Hacedor, Tú eres el autor de la vida,
y el agua sagrada que sacia nuestra sed.
Concebiste mi estructura de una encriptada semilla,
que ha de morir al mundo, para en santidad crecer.
Oh Redentor Omnipotente, a que inmunda naturaleza estamos encadenados,
que por activa y por pasiva nos ha de instruir con denodada persistencia tu Palabra.
Y aún con el arrepentimiento y bautismo, seguimos manchando la blancura del vestido con multitud de pecados;
porque ante un entendimiento fatuo, solo cabe el traje de cilicio y ceniza, para postrados atemporalmente a los pies del Rey de reyes, consagrar incorruptible el alma.
Paz de Cristo
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