El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.
Jesús, dijo: Amaos unos a otros; como yo os he amado.
Esta es la pureza del amor fraterno,
que ofrenda el corazón santificado.
Como el radiante mediodía,
ha de ser el alma del circunciso.
La transparencia será nuestras segura confidencia,
para diferenciar, oh Señor, la verdad de lo impreciso.
Heraldo de la eternidad es el amor,
y en Cristo Jesús, fue su perfecta encarnación.
De tu sacrificio en la cruz del Calvario, oh Redentor,
nos habla la gracia del perdón.
Oh Fiel y Verdadero, para siempre es tu misericordia;
porque sabes que somos polvo.
Sin embargo, nos pruebas en cilicio y ceniza,
para verificar si con paso firme peregrinamos hacia el cielo eterno.
Oh Rey de la gloria, el amor, todo lo cree, espera, sufre y soporta;
y así es asumido por la abnegación del santo discípulo.
Nada le apartará de la celestial victoria;
porque es un digno seguidor del Señor Jesucristo.
Paz de Cristo
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