Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne.
¿Y todavía delibera el ser humano, aceptar a Cristo, como su Señor y Salvador?
Usó el maligno tu espíritu, corazón y mente,
para desdeñar el verdadero amor.
Fe tuviste en el hombre, oh Cristo Jesús,
al libertarlo de las tinieblas.
Y custodiarle, oh Señor, con el mediodía de tu radiante luz,
que es la sobrenatural vía de las almas bellas.
En la crucifixión y muerte del Señor Jesucristo,
a partir de la hora sexta, rodearon la tierra espesas tinieblas.
Y en la hora novena proclamó con voz grave al cielo: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Con la frase: Consumado es; expiró el Hijo del Hombre. Y se oyeron gemidos de dolor, al partirse las rocas en sus endechas.
Y habiendo entregado el espíritu,
se rasgo de arriba abajo el velo del templo.
Y expedito quedó el lugar santísimo,
para postrarnos con libertad a los pies del Omnipotente Señor del universo.
Oh Todopoderoso Salvador, en tu expiración la tierra tembló,
y muchos cuerpos de santos dormidos, resucitaron de sus sepulcros.
Oh Jesús, la victoria de tu muerte a las almas salvas arrebató,
y al firmamento se elevaron incorruptibles con los cuerpos glorificados.
Paz de Cristo
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