En tu tiempo, solo existe el tiempo de Cristo, para salvación.
Consagra al Señor, con profundo celo, un corazón que rebose santidad.
Y que de él emane un aroma de fragante contrición;
para hacer fluir en tu interior, los ríos de agua viva de la eterna verdad.
Visualiza la obscuridad del Seol,
con el aterrador silencio de la muerte.
Buscad el rostro del Señor,
que habita la eternidad, con una melodía celestial y un arco iris resplandeciente.
La nueva Jerusalén, oh Rey de reyes,
será nuestra santa morada.
Y en sus áureas calles,
vestida de lino blanco lucirá el alma bienaventurada.
Con regocijo pasearemos por la gloria,
y será su luz el templo del Señor.
No habrá noche ni día;
provisión de eternidad, es del Omnipotente su fulgor.
El que tenga oídos, oiga.
El Señor Jesucristo, viene con premura.
Y el alma que habrá de ser salva, ha de estar su nombre escrito en el libro de la vida.
Porque, oh Salvador, de gracia recibió el santo galardón, para ser nueva criatura.
Paz de Cristo
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