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sábado, 16 de noviembre de 2019

1 CORINTIOS 3:11-13 EN CRISTO

Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno será manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cúal sea, el fuego la probará.
Ninguna excusa servirá para justificar nuestra execrable iniquidad.
En el crisol de tu eterna justicia aflorará,
oh Señor, toda cosa que sea contraria a la sagrada verdad.

Jesús, dijo: Y si en algún lugar no os recibieren ni os oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros  pies, para testimonio a ellos.
Todo el que desapruebe con indiferencia, lo que le haya sido dado por el Espíritu en la predicación del Evangelio a un discípulo de Cristo, será objeto de su reprobación.
El poder del  Rey de reyes, es lámpara a los pies de sus genuinos siervos,
y resplandeciente luz su bendición.

Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será  mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
Jehová, lento es para la ira y grande en misericordia.
Oh Omnipotente Redentor, Tú te inmolaste en el Calvario, para dar vida y vida en abundancia a el alma moribunda,
y libertarla con la piedad de tu soberana justicia.

Jesús, en Getsemaní, advirtió a sus discípulos: Velad y orad, para no entrar en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Oh Santo de Israel, bendice nuestras vidas,  para que el auténtico sacrificio sea nuestro quebrantamiento de espíritu.
Nada para la salvación nos será útil,
sino rendirte absoluta obediencia, oh mi Cristo. 

Oh Señor Jesucristo, Tú conoces nuestra tibieza y reticencia,
para ser verdaderos hacedores de la Palabra.
Sin embargo, Oh Todopoderoso Salvador, fuimos inmerecidamente redimidos por tu sacrificio de excelsa magnificencia,
y curados por tu santísima llaga.
                             Paz de Cristo 



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