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sábado, 30 de noviembre de 2019

1 JUAN 4:7,8 EN CRISTO

Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
Amar a otro ser humano, conlleva el despojarse de todo prejuicio.
Y has de estar en connivencia con la compasión que llevó hasta el fin nuestro Omnipotente Redentor, 
el día que nos libertó de la muerte, con su santísimo y glorioso sacrificio.

En la indiferencia del corazón no obra el amor;
porque el que ama ha de tener conmiseración.
Oh gran Yo Soy, oh Todopoderoso Salvador,
en la misma agonía de tu muerte y muerte de cruz, nos ofrendaste la pureza inconmensurable de tu sagrado perdón.

Oh mi Cristo, en tu lacerante y vil ajusticiamiento en la cruz del Calvario, 
diste sobrenatural forma a la inmarcesible medida de amor.
No te aconteció de nuevas, porque ya lo habías pergeñado en el misterio de tu eterno santuario.
Y así la fragancia  de tu majestuosa sangre derramada nos diera gracia, y pudiéramos exaltar tu nombre con la victoria de un ferviente loor.

Oh Cristo Jesús, el ser espiritual se regocija en tu reino;
y el terrenal tiene contigo una continua disensión.
Aún no ha entendido, que toda buena dádiva y todo don perfecto desciende del cielo.
Y que al creer en el Señor de señores, ser salvo será su galardón.

La consagración del alma, oh Fiel y Verdadero, 
es el testimonio de la grandiosa santidad. 
Y recibirás la corona de vida en el dia postrero,
para ver al Señor en la eternidad.
                          Paz de Cristo 
                       
















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