La recurrente tiniebla muestra su maldad,
con la sórdida traición.
La asechanza del maligno, oh Cristo, irrumpe tergiversando la verdad,
desde su inicua aversión.
La Biblia dice: Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales.
Y por la ceguera espiritual, no es posible advertir esta demoníaca intrusión.
Los cimientos inequivocamente espirituales,
se manifiestan de manera indubitable, cuando crees en el sacrificio del Cordero inmolado y su sagrado perdón.
Oh Fiel y Verdadero, en la cruz del Calvario, derramaste tu preciosa sangre, para dar cumplimiento al nuevo pacto de la gracia.
Y el sobrenatural gozo de tu santuario,
nos a provisto de una perfecta fortaleza.
Jesús, dijo: Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.
Y también: A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.
El Todopoderoso Señor Jesucristo dio su vida, para la tuya redimir.
Así que, perentoriamente, eleva una plegaria de agradecimiento al Omnipotente Creador, que controla tu entrar y tu salir desde su majestuoso trono en los cielos eternos.
En el nombre de Jesús,
sea proscrito el anatema de todas y cada una de tus execrables vivencias.
Y que, oh Señor, tu admirable luz
respladezca en las almas, por tus gloriosas providencias.
Paz de Cristo
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