Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.
La acción visceral se apoya en el equívoco.
Y has de saber, que por el Todopoderoso Salvador seremos juzgados;
y entonces se hará visible, lo que se ocultaba en nuestro abismo más tenebroso.
La aflicción viene dada por la exigua fe en Jesucristo.
Si crees en Él hasta la muerte, nada en su senda de gloria habrá de ser tropezadero.
Has de llegar al conocimiento de la verdad por el Santo Espíritu,
que ha de morar en ti, sin sombra de variación, hasta el día postrero.
No te empecines en ser invencible,
con tus propias fuerzas.
Busca el rostro de Cristo Jesús; y al derramar su poder inconmovible,
verás en cada amanecer que sus glorias son perfectas.
La Biblia dice: Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni angeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Esta convicción no resulta de ser sabio en tu propia opinión; ni de apoyarte en tu propia prudencia.
Porque el don de la fe desciende del cielo,
y en la eterna salvación está la certeza de su esencia.
Jesús, dijo: El que cree en mí, aunque esté muerto vivirá.
Y se hizo manifiesto, oh Señor, en tu Espíritu de resurrección.
Has de saber, que al necio recalcitrante la incredulidad le atrapará.
Pero el Señor Jesucristo es el autor de la vida; y serás de gloriosa eternidad al creer en su nombre de todo tu corazón.
Paz de Cristo
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