Y el que percibe tu huella sagrada, oh Cristo,
nada más puede seguirte; si ha ceñido su alma de santidad.
Porque la estela del Santo Espíritu,
es el sobrenatural viento de Sion con las perfectas alas de la verdad.
En el momento de expirar, oh Cristo Jesús, en la cruz del Calvario,
se rasgó el velo del templo; y pudo ser hollado por los incircuncisos el lugar santísimo.
Magnificente gracia del que de Israel es Santo.
Y de su celosa gloria el Todopoderoso Altísimo.
Tu camino, oh Señor, es tortuoso,
y sometido a tenebrosas encrucijadas.
Para ver cara a cara, oh Rey de reyes, tu rostro eterno,
han de ser pasadas por el crisol celestial, la santa pureza de nuestras ideas Cristocéntricas.
Tus sobrenaturales pasos sobre las aguas, oh Señor Jesucristo,
nos señalan de la creación tu manifiesta omnisciencia.
Nada es imposible para el poder del Espíritu;
y nos dará invariablemente su resolución prodigiosa, ante la más despiadada insolencia.
Jesús, dijo: Y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.
Y es aquí, oh Rey de la gloria, donde proclamas: Qué para ser dignos de seguirte, hemos de tomar cada uno nuestra cruz.
Y es que, oh Fiel y Verdadero, Tú eres el único Dios.
Y desde la eternidad y hasta la eternidad, serás siempre nuestra luz.
Paz de Cristo
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