Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.
¿Por qué la mentira se ha erigido en la séptica miseria del ser humano?
¡Oh Cristo, nada puede suplir tu excelso amor!
Y sin embargo, aún obra la ancestral sordidez del diablo, en el que cree tener las bendiciones del cristiano.
Oh Señor Jesucristo,
Tú juzgas con la omnisciencia del Sumo Redentor.
Y no cabe en tu Santo Espíritu,
la impureza del error.
La Biblia dice: Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.
Oh Altísimo Señor, tu balanza es infalible;
y los espíritus pesará,
con un veredicto inconmovible.
Oh Rey de reyes, una buena parte de tu espiritual siembra,
cae en el estéril pedregal.
Y no conmueve a la humana indiferencia,
que desconoce su sagrado poder celestial.
Ante la dureza de oído, oh Omnipotente Salvador,
Tú abogaste por ser manso y humilde de corazón.
Esta es la genuina prueba de amor,
para que el alma sea de salvación.
Paz de Cristo
No hay comentarios:
Publicar un comentario