Por cuanto conozco que eres duro, y barra de hierro tu cerviz, y tu frente de bronce, te lo dije ya hace tiempo; antes que sucediera te lo advertí, para que no dijeras: Mi ídolo lo hizo, mis imágenes de escultura y de fundición mandaron estas cosas.
Y arraigada en la tenebrosa mentira, oh Santo de Israel, vive envanecida la humanidad.
Todas tus amonestaciones, oh Señor, resultaron infructuosas,
haciéndose indoblegable su iniquidad.
La Biblia dice: Y dijo al hombre: He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, y el apartarse del mal la inteligencia.
Porque ser hacedor de la Palabra, es condición indispensable.
Y al estar, oh gran Yo Soy, indisolublemente unidos a tu presencia,
nuestra alma permanecerá invulnerable.
Y también: Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne.
Nada te es más grato, oh Rey de reyes,
que tu amada Iglesia te adore;
y la ceñirás en tu mombre, tus misericordias y favores.
Pero aún al ser humano de rígida cerviz,
en su precario entendimiento no concibe la salvación.
Y porque su errático camino proviene de una obscura raiz;
no edificará, sino sobre el Evangelio su verdadera conversión.
¿Habrá algo imposible para ti, oh Todopoderoso Salvador?
Tu Sagrada Palabra dice: Qué a los que en tu nombre creemos, oh Señor Jesús, nos resucitarás de la muerte.
Por tanto, no habrá ningún impedimento en que hagas libre al que sea cautivo del desamor.
Y Tú, oh Alto y Sublime, transformarás su frente de bronce; cuando en lo más profundo del alma, reciba la gloriosa gracia de invocarte.
Paz de Cristo
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