Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.
¡Bendito sea el nombre de Jesús!
Estará nuestra alma en un sobrenatural espacio;
pero a todo lo encubierto, dará nitidez la luz.
Oh Señor Jesucristo, no ha lugar ante tu faz,
ningún humano fingimiento.
Y es que, la ínfima o gran santidad;
se probará, a través de la aurea refulgencia del Fundamento.
Si vas por el camino angosto,
agradarás al Sumo Hacedor.
Sin embargo, en la perversión de lo sórdido,
no encontrarás su majestuoso amor.
El Alto y Sublime, no tenía dónde recostar su cabeza,
en los días de su ministerio público.
¿Sabes, que para el Rey de reyes es una ofensa tu queja?
Y solo el esforzado y valiente, se alzará con la victoria del verdadero hijo Cristocéntrico.
Oh Cordero inmolado, Tú tocaste fondo en la ignominiosa prueba del Calvario.
No existe parangón posible al de tu ajusticiamiento en la cruz.
Tu preciosa sangre derramada, es de la gracia el nuevo pacto;
y nos rescató de las tinieblas, para darnos a conocer el celestial resplandor de su santísima luz.
Paz de Cristo
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