Oh Cristo, tu Palabra es la excelsa eternidad revelada;
y nada se antepone a su poder.
Indispensable condición, es que el alma bienaventurada,
en su Sagrado Escrito ha de creer.
La Biblia dice: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargűir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
Y también: Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Hasta la última tilde y jota se cumplirá, es lo que el eterno Escrito asevera;
porque es el Alfa y la Omega, a la sazón.
Del santuario de gloria, oh Señor Jesucristo,
ha de ser nuestra perfecta provisión.
La inmarcesible verdad nos es dada por el Santo Espíritu,
al ser llenos por su sobrenatural unción.
Nada nos hará indiferentes a la Palabra;
porqué de la pureza de su predicación, en prosa o en poesía, hemos de advertir la gracia de su revelación.
Ha de haber indefectible solemnidad en la consagración del que al Señor ama,
para sentir celestial regocijo en su corazón.
La obra santísima, oh Cristo Redentor, en la cruz del Calvario,
fue tu ofrenda de vida para salvar del obscurantismo a las almas.
El que creyere en tu nombre, oh Omnipotente Señor, será en tu gloria salvo. Y el que en tu nombre no creyere, será arrojado a las eternas llamas.
Paz de Cristo
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