¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!
Oh Sumo Creador: De las fuentes bebemos la limpidez del agua. Y del aire respiramos su virginal transparencia.
De tu prodigiosa naturaleza, oh Señor, nos servimos,
para tener una vida de excelencia.
Oh Altísimo Jesucristo,
de las honduras de tu magnificencia nos has legado la Sagrada Escritura.
Y del misterio eterno es la provisión del Santo Espíritu,
que nos rescató de las tinieblas, para llevarnos, oh Cristo Jesús, a tu luz admirable; y ser en tu nombre una nueva criatura.
La Biblia dice: El que comenzó en vosotros la obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.
¡Sin santidad no se verá al Señor!
Sabed, que nunca pude haber fingimiento,
cuando se profesa verdadero amor.
Jesús, dijo: Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
De la gracia de Dios, parte la espontánea alabanza de sus genuinos hijos.
Solo en el desdén de los indiferentes,
se advierten tan execrables oprobios.
Si el viento de Sion aproximara nubes santas a los desiertos;
por su lluvia temprana y tardía, se daría crecimiento a un exuberante vergel.
¿No hemos de contemplar con sabiduría, que sus majestuosos designios,
se cumplan en Él?
Paz de Cristo
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