Las almas que profieren miserables blasfemias a tu nombre, oh Cristo,
es la verdadera pandemia que afecta a la humanidad.
Existe una ingente mayoría que hacen escarnio del Santo Espíritu;
con absoluto desconocimiento, de la única y eterna verdad.
Oh Cristo Jesús, la prueba del contagio mundial,
ha escenificado, al extremo, el ancestral amor fingido por el ser humano.
Esta calamidad forma parte de un llamado celestial,
que aboca, sin demora, al arrepentimiento del pecado.
Oh Señor Jesucristo, de tu inminente arrebatamiento,
alertas a la amada Iglesia.
Y, oh Alto y Sublime, todo el mundo hará lamento,
de no haber buscado tu rostro; tanto el incrédulo, como el apóstata.
Jesús, dijo: Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviera sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.
Oh Rey de la gloria, Tú deseas que toda alma sea redimida;
pero que se convierta, rindiendose a tus pies con el corazón humillado y contrito.
La Biblia dice: ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
No ha lugar, sino a someter nuestra alma al Todopoderoso Salvador.
Y en su santisimo refugio consagrados,
ofrendarle al Rey de reyes y Señor de señores, un inmarcesible amor.
Paz de Cristo
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