Y se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad.
Oh Sumo Formador, la oración reververó en el universo, y dio lugar a tu gracia en la hora mala; porque te acordaste de que somos polvo.
Por tu gran misericordia, oh Santo de Israel, nos fue revelada la verdad,
para poder morar en tu eterno reposo.
Jesús, dijo: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
Oh Soberano Señor Jesucristo, tu omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia dan absoluta respuesta, a lo que se tilda de imposible en la acción humana.
Oh Alto y Sublime, para ti un día son mil años y mil años es un dia: esta es la grandiosidad de tus poderes.
Desde la ingente inmensidad a lo más ínfimo, pesa con sobrenatural precisión, oh Señor, tu sagrada balanza.
Y en tu bautismo, oh Señor Jesús, cuando orabas, el cielo se abrió; descendiendo sobre ti el Espíritu Santo en forma de paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi hijo amado; en ti tengo complacencia.
Y el perdón de los pecados se hizo manifiesto en los arrepentidos.
Oh Hijo del Hombre, tu bendición fue de excelencia;
y muchos por Él fueron llamados, siendo un número exiguo los escogidos.
La magnificencia del Evangelio,
se hace palpable en sus buenas nuevas, y su poder de eterna salvación.
Y tan prodigioso privilegio,
será del que se vea revestido por la santa unción.
Por ser un don perfecto,
la unción desciende de lo alto.
Y será derramada, oh Todopoderoso Salvador, sobre el que cumpla fervientemente de la Biblia, cada mandamiento;
y por tu infinita piedad, morará en la gloria salvo.
Paz de Cristo
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