Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más altos que vuestros pensamientos.
El ser humano, oh Cristo Jesús, magistral obra de la creación; si en ti creyere, verá tu faz en la eternidad.
Tus milagros, oh Fiel y Verdadero, obran con sobrenaturales fundamentos,
que únicamente por fe asume la humanidad.
¿Por qué la humanidad es reticente a un verdadero encuentro con el Señor y Salvador Jesucristo?
¿Qué le impide al hombre su consagración con el Rey de reyes y Señor de señores?
Existe un contraposición, entre la obscuridad de su naturaleza inicua, y la luz admirable del Santo Espíritu.
Sin embargo nos has asido cada día a tu fidelidad, oh Alto y Sublime, siendo los privilegiados destinatarios de tus misericordias y favores.
¿No será que el vestido de eternidad, obedece a un desmesurada forma de amar?
Y subordina todo lo carnal, para dar santidad al alma.
Oh mi Cristo, tocaste fondo, cuando voluntariamente, para redimirnos del pecado, en la cruz del Calvario, con gran vileza la humanidad te pudo ajusticiar;
ignorando que Tú, oh Redentor, eres el que más nos ama.
Oh Rey de la gloria, el resplandor de tu poder,
desborda toda humana sabiduría.
En tu nombre, oh Señor Jesús, la condición indispensable es creer,
para anunciar el Evangelio, hasta lo último de la tierra, cada día.
Nadie conoce la naturaleza de la gracia, oh Omnipotente Salvador,
sino por tu Sagrada Escritura.
Y nos rendimos a ti, oh Sumo Creador,
porque al arrepentirnos de nuestros pecados y ser bautizados en tu nombre, hemos sido convertidos en una nueva criatura.
Paz de Cristo
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