- Oh mi Cristo, con tu muerte venciste al imperio de la muerte,
- para darnos vida y vida en abundancia.
- Y en la cruz del Calvario, al mundo infame tu preciosa sangre ofrendaste,
- con el nuevo y piadoso pacto de la gracia.
- Oh Cristo Redentor,
- con tu radiante luz,
- resplandeció en los rincones del alma el majestuoso amor.
- Y los hacedores de la Sagrada Palabra, se regocijaron en la eterna plenitud.
- La bulnerabilidad del ser humano,
- le hace clamar al Sumo Alfarero, para que en su rueda haga de él un vaso nuevo.
- Y se humilla y mengua el profano,
- para pedir clemencia al Fiel y Verdadero.
- Oh Rey de la gloría,
- tu admirable luz, hasta las simas abismales alumbró como el mediodía.
- Y es que, a la final trompeta, será salvo en victoria,
- toda alma que en el nombre del Señor Jesús se gloría.
- Jesús, dijo: He aquí yo vengo pronto, retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.
- Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
- Oh Sumo Creador, Tú nos has dado el conocimiento de las buenas nuevas de salvación eterna;
- y no pasaremos por alto, traspasar el umbral del cielo eterno.
- Paz de Cristo
jueves, 22 de julio de 2021
A LO MÁS TENEBROSO DEL ALMA LLEGÓ TU SAGRADA LUZ, OH CRISTO
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