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sábado, 10 de julio de 2021

COLOSENSES 3:5-8 EN CRISTO

  • Haced morir, pues lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de  desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas. 
  • Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.
  • Oh mi Cristo, ser nueva criatura en tu nombre, es la bendición de lo alto más grandiosa dada a las almas, que nos abre la gloriosa puerta de entrada a las bíblicas promesas;
  • y que se cumplen inexorablemente en el que al Santo de Israel invoca.

  • La Biblia enseña: Digo, pues, andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. 
  • Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. 
  • Oh Cristo Redentor, en la inmolación del Calvario se hizo manifiesta tu sobrenatural piedad; no dando prerrogativas al diablo abominable,
  • sino redimiendo y justificando al mundo con tu preciosa sangre derramada, para transformar el corazón de piedra en carne, a los que de gracia recibiereis. 

  • La Biblia constata: Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. 
  • El Señor no retarda su promesa, según algunos tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 
  • Oh Fiel y Verdadero, Tú eres desde la eternidad y hasta la eternidad luz y guía, 
  • del que te ha profesado genuina adoración, oh Señor, con sacrificio de espíritu en su quebrantamiento.
  •  
  • La Biblia dice: Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. 
  • No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. 
  • Oh Alto y Sublime, nos sustentas con tus perfectos mimbres, 
  • para que vivamos piadosamente en tu loor.

  • Jesús, dijo: He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. 
  • Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. 
  • Oh Altísimo Señor y Salvador Jesucristo, anhelamos ser moradores de tu gloria;
  • y tener el incomparable privilegio, de ver la sagrada faz del Eterno. 
  •                   Paz de Cristo 

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