Oh Cristo, en la misteriosa Eternidad,
tus manos esculpieron nuestra vida.
E investidos con tu solemne Verdad,
le diste forma sobrenatural al alma bendecida.
Oh Señor Jesucristo, en un imperceptible lugar del Universo,
activaste el corazón del ser humano.
Y prodigioso fue el verso,
que una pincelada poética dio de lo creado.
El pecado perturbó, oh Señor,
la expresión del exuberante Edén.
Y ya no hubo amor,
solo desdén.
La desobediencia al Creador,
se tradujo en una oscura sima.
El inicuo desamor,
un oleo pintó de contienda sumarísima.
Oh Redentor Omnipotente, lento para la ira
y grande en misericordia.
Inclina tu oído, para escuchar mi suplicante plegaria,
que elevo con esperanza al Trono de tu Gracia,
en lo más radiante del perfecto día.
Paz de Cristo
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