A Cristo has de alabar
cada segundo de tu vida,
y en Él confiar;
porque la Gracia, es por su mano sostenida.
No son tus fuerzas,
sino las del Señor:
el poderoso yugo inquebrantable, que soporta nuestras cargas,
cuando su Nombre invocas con clamor.
Deja a los pies de Cristo,
todo pecado y enfermedad,
con el corazón contrito;
para en su hermosa luz ver la verdad.
Proclama en tu debilidad,
temor reverente a Jesucristo;
para que su piedad,
sea provisión de Santo designio.
Decide tu posición,
y no tengas más tibieza.
Vierte en Cristo la adoración,
que te llevará a la Gloria eterna.
Paz de Cristo.
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