- Oh mi Cristo,
- el que yerra, duda desmesuradamente al poner en práctica la sana doctrina.
- Y no va en pos de la verdad del Santo Espíritu;
- porque nunca titubeó al corromperse con la infecta mentira.
- Oh Santo de Israel,
- el inicuo, aún estando a tu lado, con nocturnidad y alevosía te traicionó.
- Y es que, oh Señor, el que mojo contigo en el plato, su perversa e ignominiosa fe,
- con abyecta letalidad advirtió.
- Oh Altísimo Señor Jesucristo,
- la radiante luz de tus milagros, generó una animadversión en los fatuos.
- Y de nada sirvió al diabólico espíritu,
- que los tildó de vulgares esperpentos.
- Oh Rey de reyes,
- la restauración del templo destruido en tres día, fue el momento culminante de tu resurrección.
- Y aunque hubo incrédulos, entre los creyentes;
- Tú, oh Rey de la gloría, les hiciste palpar tu llaga, y las manos y los pies que traspasaron los clavos. Y fuera por gracia, de toda la humanidad su inmerecida redención.
- Oh Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo,
- fuiste el primogénito de los muertos resucitados.
- Y tu alzamiento a los cielos, fue por tus discípulos visto;
- para testificar del que subió al firmamento, que es el mismo que también volverá a por los siervos bienaventurados.
- Paz de Cristo
jueves, 2 de junio de 2022
NO YERRES EN CRISTO
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