- Oh mi Cristo,
- en tu presencia nos loaremos en todo tiempo.
- Confrontemos la séptica inmundicia con la gloriosa verdad del Santo Espíritu;
- para que su olor fragante nos envuelva de santidad hasta el día postrero.
- Oh Hijo del Hombre,
- revístenos de sobrenatural pureza,
- por amor de tu santo nombre;
- y no habrá luz más radiante que preserve a nuestra alma de la entenebrecida tristeza.
- Oh Rey de reyes,
- los que de gracia recibieron, dad de gracia.
- Porque de lo alto son las bendiciones,
- que derrama su excelsa diestra.
- Oh Cordero inmolado,
- tu abominable sacrificio en la cruz del Calvario, no tiene parangón con los que consideramos profundos estigmas de nuestra vida.
- Y es que, las laceraciones del vil pecado,
- le infligieron la mayor herida.
- Oh Cristo Redentor,
- al maligno venciste con el piadoso perdón dado desde lo alto de la cruz, a las hordas que te escarnecieron en tan execrable ajusticiamiento.
- Porque nadie ha hecho tal ofrenda de amor,
- sumido en la inocencia del amargo sufrimiento.
- Paz de Cristo
domingo, 19 de junio de 2022
RENUNCIA A TODO HEDOR DEMONÍACO EN CRISTO
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