- Oh mi Cristo,
- es en el íntimo corazón de tu auténtico siervo,
- donde se revela la verdad del Santo Espíritu,
- para abrir la puerta del cielo.
- Oh Rey de la gloria,
- nunca derramarías sobre tus genuinos discípulos santidad,
- sino tuviere transcendencia en la excelsa victoria,
- que guarda, oh Señor, tu sobrenatural eternidad.
- Oh Rey de reyes,
- en el interior de tus verdaderos heraldos,
- dibujas los bíblicos pasajes,
- que dan vida nueva a los que están atribulados.
- Oh Santo de Israel,
- con tu manifestación en carne,
- mostraste un glorioso vergel,
- para que la lúgubre noche, oh Señor, fuere tu majestuosa luz en el día aquel.
- Oh Sumo Alfarero,
- todo nos parecía igual;
- nada tenía un aroma nuevo,
- hasta que nuestra alma palpó la gloriosa morada celestial.
- Paz de Cristo
domingo, 28 de enero de 2024
EL TRÁNSITO DE LA SANTIDAD ESTÁ EN CRISTO
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