- Oh mi Cristo, la mente obscurantista del ser humano,
- obra en consonancia de lo más rudimentario.
- Y en su devenir fatuo,
- provee de desmesura lo falsario.
- Oh Sumo Alfarero,
- la sobrenatural transformación que consumas en la sagrada rueda,
- subyace en un vaso nuevo,
- por el designio de tu excelsa diestra.
- Oh Santo de Israel,
- desde tu santuario eterno,
- derramaste la providencial fe,
- que es consubstancial a tu genuino siervo.
- Oh Rey de reyes,
- para tus discípulos la condición indispensable es creer.
- Y son tus inconmensurables bienes,
- los que tu majestuosa gloria nos permite ver.
- Oh Eterno,
- la controversia intransigente,
- nunca la suscita el cielo.
- Es la sordidez de tu máscara,
- la que te condena perennemente.
- Paz de Cristo
miércoles, 17 de enero de 2024
LAS INNUMERABLES MASCARAS ENVILECEN EL CAMINO EN CRISTO
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