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domingo, 24 de septiembre de 2023

EL FRUTO DE TU HUMILLACIÓN CONFIRMARÁ QUE TÚ ESTÁS EN CRISTO

  • Jesús, dijo: Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él,
  • y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar.
  • Mas cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa.
  • Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido. 
  • Oh mi Cristo, el que verdaderamente se humilla, es porque en tu majestuoso nombre cree;
  • y concernido por tu gloria, oh Señor, al fin ha podido amar.
  • Y es que, en tu bíblica promesa,
  • se reconoce eternamente bendecido. 

  • Jesús, enfatiza: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. 
  • Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. 
  • Porque ¿quién se vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?
  • No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él,
  • diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.
  • ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil?
  • Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz.
  • Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. 
  • Oh Rey de reyes, Tú eres el único frontispicio, 
  • de mi destino santísimo.
  • Y es que, preciso y precioso será tu propósito en mi obra,
  • por y para fe.
  • Y así podré adorar,
  • en la gloria sin fin,
  • oh gran Yo Soy, tu santa faz,
  • para estar asido, oh Omnipotente, a tu eterno vínculo. 

  • La Biblia dice: Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 
  • el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 
  • sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
  • y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 
  • Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 
  • para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están e  los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 
  • y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. 
  • Oh Santo de Israel,
  • ante tu majestuosa plenituz, 
  • será propicia la humanidad a humillarse.
  • Porque de tus sagrados mimbres, 
  • oh Cristo Altísimo, emana tu inaccesible luz.
  • Porque, oh Hijo del Hombre, 
  • es en tu excelsa diestra, de donde lo prístino parte. 

  • La Biblia enseña: Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;
  • echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 
  • Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;
  • al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. 
  • Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después de que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. 
  • A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén. 
  • Oh Fiel y Verdadero, 
  • de tu reino siervos somos.
  •  Y clamamos a Cristo Jesús, para que en su santo nombre, sus heraldos podamos con el Padre reconciliar,
  •  al espiritualmente moribundo. 
  • Oh gran Dios, que tu radiante luz en el profano corazón resplandezca,
  • para que el fruto del fin, sea regocijarse en el celestial Edén. 
  •  
  • Oh Santo, 
  • el ser humano está sometido a una alienación ancestral, 
  • porque no puede discernir la sabiduría de lo alto;
  • aun fluyendo como un río desbordado, por el cauce inconmensurable del llamado celestial. 
  •             Paz de Cristo 

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