- Jesús, dijo: No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.
- Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.
- Oh mi Cristo, todos los siervos que han interiorizado tu gracia, en el día postrero serán bienaventurados,
- porque han dado a conocer la Sagrada Palabra, con un ferviente y acrisolado sentir.
- La Biblia enfatiza: Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.
- Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales casas es según verdad.
- ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?
- ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?
- Oh Cristo Altísimo,
- el que se blinda en su impostura, pensando que obra en santidad.
- Y obvia la rigurosa observancia de los auténticamente consagrados;
- le va a ser muy difícil renunciar, a su pernicioso atavismo.
- La Biblia enseña: Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.
- Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.
- Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.
- Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Ésta es la muerte segunda.
- Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.
- Oh gran Dios, tu grandiosa misericordia, ha dado salvación a tus genuinos siervos.
- Pero el fiel de tu sagrada balanza, pesó el vil corazón de las malvadas,
- y alienadas hordas.
- Y no tuviste para ellas, ni una brizna de tu clemencia majestuosa,
- siendo pasto sus inicuas almas del imperecedero infierno.
- Oh Sumo Hacedor,
- tus doctas y bellas enseñanzas, han sido predicadas hasta los confines de la tierra.
- Y no ha habido más sublime amor,
- que el de tu excelsa diestra.
- Oh Cristo de la gloria,
- el tiempo de tu venida, será al clarear la mañana.
- Y los que hemos testificado en tu bendita memoria,
- anhelamos el arrebatamiento de tu amada Iglesia; sin arruga, y sin mancha.
- Paz de Cristo
martes, 5 de septiembre de 2023
POR MÁS RETORCIDAS QUE SEAN TUS IDEAS, NO SERÁ ÓBICE PARA LA PERFECTA SENTENCIA EN CRISTO
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