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jueves, 14 de septiembre de 2023

TÚ ERES EL JUSTO, OH CRISTO

  • La Biblia dice: De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
  • Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
  • que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. 
  • Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
  • Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos justicia de Dios en él. 
  • Oh mi Cristo, elevamos nuestras oraciones al trono de la gracia, para reconocernos en tus piedades como inexpugnables fortalezas.
  • Y porque nuestra indubitable lección,
  • ha sido, oh Señor, tu majestuoso perdón;
  • habiendo sido a la postre santificados, 
  • por el glorioso don de la fe.

  • La Biblia enseña: Así, pues, nosotros como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. 
  • Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. 
  • He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación. 
  • Oh Rey de reyes, la celestial gracia que de tu eterno santuario recibimos, 
  • en nuestro espíritu ha permanecido;
  • expiaste en el abominable sacrificio de cruz nuestra iniquidad, dándonos la perfecta e inconmensurable redención. 

  • La Biblia incide: Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
  • Sobrellevar los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. 
  • Porque el que se cree algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. 
  • Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro;
  • porque cada uno llevará su propia carga.
  • Oh Santo de Israel, en tu propósito de gloria nos has concernido, para en el día postrero traspasar el umbral del bienaventurado. 
  • Oh Santo Espíritu, nuestro clamor se expande en el firmamento, 
  • porque separados de tu presencia no somos nada.
  • Y únicamente nuestro verdadero socorro,
  • será el conocimiento de la Escritura Sagrada. 

  • Oh Cristo Redentor, 
  • en tu inmolación voluntaria, 
  • sentimos que de tu Espíritu emanaba el más excelso amor,
  • para redención y justificación de nuestra ancestral pecaminosidad atrabiliaria. 

  • Oh Eterno, 
  • el profano vierte su falsaria obscenidad,
  • y piensa que tiene cabida en el cielo;
  • cuando es diametralmente opuesta a la Cristocéntrica verdad. 
  •             Paz de Cristo 

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