- Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día.
- Y exclamó Job, y dijo:
- Perezca el día que yo nací, y la noche en que se dijo: Varón es concebido.
- Sea aquel día sombrío, y no cuide de él Dios desde arriba, ni claridad sobre él resplandezca.
- El que en tu santo nombre se gloría,
- oh mi Cristo,
- es el que permanece de gracia bendecido.
- Y así, tu escogido resistirá ante cualquier prueba, como una inexpugnable fortaleza.
- Aféenlo tinieblas y sombra de muerte; repose sobre él nublado que lo haga horrible como día caliginoso.
- Ocupe aquella noche la obscuridad; no sea contada entre los días del año, ni venga en el número de los meses.
- Oh Cristo Jesús, toda dádiva que de lo alto has derramado, ha sido un bien espiritualmente gozoso;
- pero ninguno de tus discípulos, merecedor de tal misericordia es.
- ¡Oh, que fuera aquella noche solitaria, que no viniera canción alguna en ella!
- Maldíganla los que maldicen el día, los que se aprestan para despertar a Leviatán.
- Oh Alfa y Omega,
- nunca hubo quejas en la prodigiosa santidad de tu majestuosa gloria; porque nunca han existido los trapos de inmundicia, en los que persistentemente se dan.
- Oscurézcanse las estrellas de su alba; espere la luz, y no venga, ni vean los párpados de la mañana;
- por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba, ni escondió de mis ojos la miseria.
- Oh Cristo Altísimo, ¡Tu piedad nos traspase cual lumbrera meridiana!
- Y habrá una fe victoriosa, ante la ancestral e ignominiosa humanidad falsaria.
- ¿Por qué no morí yo en la matriz, o expiré al salir del vientre?
- ¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Y a qué los pechos para que mamase?
- Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría; dormiría, y entonces tendría descanso,
- con los reyes y con los consejeros de la tierra, que reedifican para sí ruinas;
- o con los príncipes que poseían el oro, que llenaban de plata sus casas.
- Oh Hijo del Hombre,
- Tú viniste para sanar al ser humano que se enajenase.
- Y en nuestra aberrante vida, oh Señor, hiciste el mayor milagro,
- al raer de nuestro espíritu, alma y cuerpo todas las perversiones malditas;
- y fue tu Sagrada Palabra, las que al fin pudo sanarlas.
- Paz de Cristo
viernes, 22 de septiembre de 2023
JOB 3:1-4 EN CRISTO
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