Powered By Blogger

viernes, 22 de septiembre de 2023

JOB 3:1-4 EN CRISTO

  • Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día. 
  • Y exclamó Job, y dijo: 
  • Perezca el día que yo nací, y la noche en que se dijo: Varón es concebido.
  • Sea aquel día sombrío, y no cuide de él Dios desde arriba, ni claridad sobre él resplandezca.
  • El que en tu santo nombre se gloría, 
  • oh mi Cristo,
  • es el que permanece de gracia bendecido.
  • Y así, tu escogido resistirá ante cualquier prueba, como una inexpugnable fortaleza. 

  • Aféenlo tinieblas y sombra de muerte; repose sobre él nublado que lo haga horrible como día caliginoso.
  • Ocupe aquella noche la obscuridad; no sea contada entre los días del año, ni venga en el número de los meses.
  • Oh Cristo Jesús, toda dádiva que de lo alto has derramado, ha sido un bien espiritualmente gozoso;
  • pero ninguno de tus discípulos, merecedor de tal misericordia es.

  • ¡Oh, que fuera aquella noche solitaria, que no viniera canción alguna en ella!
  • Maldíganla los que maldicen el día, los que se aprestan para despertar a Leviatán. 
  • Oh Alfa y Omega, 
  • nunca hubo quejas en la prodigiosa santidad de tu majestuosa gloria; porque nunca han existido los trapos de inmundicia, en los que persistentemente se dan. 

  • Oscurézcanse las estrellas de su alba; espere la luz, y no venga, ni vean los párpados de la mañana;
  • por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba, ni escondió de mis ojos la miseria.
  • Oh Cristo Altísimo, ¡Tu piedad nos traspase cual lumbrera meridiana!
  • Y habrá una fe victoriosa, ante la ancestral e ignominiosa humanidad falsaria.

  • ¿Por qué no morí yo en la matriz, o expiré al salir del vientre?
  • ¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Y a qué los pechos para que mamase?
  • Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría; dormiría, y entonces tendría descanso,
  • con los reyes y con los consejeros de la tierra, que reedifican para sí ruinas; 
  • o con los príncipes que poseían el oro, que llenaban de plata sus casas.
  • Oh Hijo del Hombre, 
  • Tú viniste para sanar al ser humano que se enajenase.
  • Y en nuestra aberrante vida, oh Señor, hiciste el mayor milagro,
  • al raer de nuestro espíritu, alma y cuerpo todas las perversiones malditas;
  • y fue tu Sagrada Palabra, las que al fin pudo sanarlas.  
  •              Paz de Cristo 

No hay comentarios:

Publicar un comentario