No os unáis en yugo desigual con los incredulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?
Sabed que la salvación es individual ante los ojos de Cristo.
Y que no te servirán, en la justa balanza del Rey de reyes, las más rebuscadas excusas;
porque en cualquier circunstancia, al ser siervo del Omnipotente Redentor, tú eres templo del Espíritu.
Sé un digno digno discípulo del Santo de Israel:
niégate a ti mismo,
y toma tu cruz en pos de Él.
Pon tus ojos en el Señor Altísimo.
Jesús, dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.
Muy difícil será ser hacedor de la Palabra; si
te distraes en cosas vanas.
Y los surcos ya no serán rectilíneos, sino torcidos.
Porque has de buscar primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas te serán añadidas.
Si nos ajustamos a la perfecta síntesis del Evangelio,
no daremos lugar a la contienda.
La sabiduria que desciende de lo alto, pondrá en nosotros palabras del Santo Espíritu,
que impactarán con la gracia de su incorruptible huella.
La unción que irradie nuestro ser al anunciar las buenas nuevas de salvación eterna,
ha de conformar el sello distintivo para llevar almas a los pies de Jesucristo.
Esto no es una mundanal soflama;
tratamos de dar vida en el Espíritu.
Paz de Cristo
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