Paz a vosotros, era tu santísimo saludo, oh Cristo,
después de haber resucitado.
Haz de facto en tu corazón este cumplimiento, por la gracia recibida del Santo Espíritu,
para ser por la eternidad bienaventurado.
Descubrir en todas y cada una de las vivencias cotidianas al Rey de reyes y Señor de señores,
es nuestra sagrada misión.
Porque son sus misericordias y favores,
los que derrama sin medida sobre nuestro ser, con su sobrenatural unción.
La Biblia dice: Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta dode se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto.
En el antiguo y en el nuevo Testamento,
se vuelve omnipresente la doctrina de Unicidad.
Qué Dios es uno y único en la Sagrada Escritura se explicita ex profeso,
para dejar eterna constancia de la verdad.
Jesús, dijo: ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro del corazón saca malas cosas. Mas yo os digo que toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!
Contender con el Santo de Israel, es propio de un ser humano infatuado.
Póstrate a sus sagrados pies, y asume tu condición de auténtico siervo.
Existe una línea espiritualmente visible entre el abismo y la salvación,
para el que tiene el don de la fe, oh Omnipotente Redentor.
Y es la que se descubre en la piedad de tu eterno perdón,
oh Soberano Salvador.
Paz de Cristo
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