Si no vives en el Espíritu,
desconoces los santísimos postulados de la Sagrada Escritura.
Al recibir el bautismo en tu nombre, oh Señor Jesucristo;
subí del agua, revestido con el sobrenatural poder de ser una nueva criatura.
Jesús, dijo: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.
Tu voluntad, oh Cristo, es soberana.
Y si al Señor no agradaréis,
aparecerá la opacidad en vuestra alma.
Porque la Biblia dice: Manifiestas son las obras de la carne, a saber: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de los cielos.
Esta es la acción aberrante del hombre inicuo.
El Rey de reyes puso en su obra maestra la gran misericordia de sus desvelos;
para que a través de concernirle sabiduría, disfrutara de la belleza del paraíso.
Mas el fruto del Espiritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza; contra tales cosas no hay ley.
Vivir en el Espíritu, es andar conforme al Espíritu.
Elevemos un palmo nuestra estatura, para ver el tercer cielo; que le hay.
Y habremos dado un magistral paso de gloria en el Altísimo.
El prodigioso conocimiento de la verdad,
con una transparencia meridiana os será siempre anunciado por el Espíritu Santo.
Porque tu clamor no se pierde en la eternidad,
es transformado en un mensaje muy audible que desciende de lo alto.
Paz de Cristo
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