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martes, 8 de octubre de 2019

ANTÍTESIS DE LO MISERABLE ES LA BONDAD EN CRISTO

El mundo vil y miserable pretendió  desafiarte, oh Cristo, 
en el execrable sacrificio de la cruz del Calvario.
Pero no desmayó tu inconmensurable amor 
por el ser humano incircunciso, 
ante su insolente vituperio y el ultrajante escarnio.

El radiante fulgor de tu bondad, oh Señor Jesucristo, 
a tus siervos abrió la puerta del cielo en tu redentora muerte de cruz.
Y al vencer al imperio de la muerte con tu muerte; la obscuridad se transformó en la resurrección del que es bueno y único Dios  en el Espíritu,
para propiciar nuestra salvación en toda su plenitud.

Y, oh Cristo Jesús, se desvaneció la perniciosa raíz de amargura,
al rasgarse el velo del templo y postrarnos a tus majestuosos pies en el lugar santísimo.
Porque ser en tu nombre, oh Señor Jesús, nueva criatura,
es la promesa de mayor gracia del Altísimo. 

Oh Fiel y Verdadero, poder tocar el borde de tu manto,
sanó nuestras sépticas heridas.
Y el corazón latió con un gozo sobrenatural en su solemne llanto,
al recibir el glorioso perdón de las almas bendecidas.

Nada me apartará de ti, oh Sumo Salvador,
anunciando hasta lo último de la tierra tu Evangelio.
Y todas las oraciones serán elevadas con incensado amor,
para que las almas circuncisas vean la gloria del cielo eterno.
                            Paz de Cristo 










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