Jesús, dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Sé, que a tu justicia eterna nada se substrae.
De manera inequívoca en el libro de la vida, cada uno de mis pensamientos e intenciones tu excelsa diestra anotará.
Y salvo seré; porque para siempre tu misericordia es.
Con el corazón contrito y humillado,
haré frente a la despiadada muerte.
Y mi ardiente deseo es ver tu rostro, oh Señor, por haberme santificado,
con tu gloriosa luz resplandeciente.
Buscaré tu sagrada verdad, oh Señor Jesucristo,
por el sobrenatural camino que da santa vida.
Oh Fiel y Verdadero, sentir tu Espíritu,
me llevará a la percepción de la gracia recibida.
Los reproches iracundos y las ofensas maledicentes,
desterraré de mi alma.
No habrá condiciones para servirte, oh Rey de reyes;
porque mi propósito será coincidente con tu Palabra.
Me regocijaré en tu amor eterno,
oh Rey de la gloria.
Y traspasaré el umbral del cielo,
por ser tu galardón mi perfecta victoria.
Paz de Cristo
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