Oh Señor Jesucristo, Tú eres el único Dios, que se manifestó en carne para deshacer las obras del diablo.
Habremos de resistir del maligno todos los embates;
invocando el nombre de Jesús, que de Israel es tres veces Santo.
De las tinieblas, oh Cristo,
nos llevaste a tu luz admirable.
Y es que al ser nuestro cuerpo templo del Santo Espíritu,
sentimos en lo profundo del alma tu presencia inefable.
En los días de la apostasía,
se levantará el anticristo anunciando su obscuro acontecer.
Y se transformará en angel de luz, para apartar al que en el Rey de reyes se gloría;
pero solo doblegará al necio corazón, que nunca se consagró al Señor de señores de excelso poder.
En la inmensidad del universo, oh Cristo Jesús,
somos atalayas de tu Evangelio.
Porque en el resplandor de la senda sagrada se hacen visibles los hijos de luz,
que dan testimonio del santísimo tabernaculo.
Los sesenta y seis libros del Sagrado Testamento,
son más cortantes que toda espada de dos filos; que penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Y nos han dado a conocer el eterno pensamiento,
del Todopoderoso Señor Jesucristo y Rey de la creación.
Paz de Cristo
En la inmensidad del universo, oh Cristo Jesús,
somos atalayas de tu Evangelio.
Porque en el resplandor de la senda sagrada se hacen visibles los hijos de luz,
que dan testimonio del santísimo tabernaculo.
Los sesenta y seis libros del Sagrado Testamento,
son más cortantes que toda espada de dos filos; que penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Y nos han dado a conocer el eterno pensamiento,
del Todopoderoso Señor Jesucristo y Rey de la creación.
Paz de Cristo
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