¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin saber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!
Jesús, dijo: Id y predicad el Evangelio hasta lo último de la tierra.
El poder del Evangelio es revelado por sus palabras eternas;
y al que creyere en el Señor Jesucristo, autor y consumador de la fe, su alma será salva.
Sabed que la salvación no es por obras, sino por gracia.
Y al que haya creído en la manifestación en carne de Cristo Jesús;
y el derramamiento de su sangre preciosa
en la crucifixión y muerte del monte Calvario, habrá sido alcanzado por el resplandor de su admirable luz.
Tu comunión es perfecta en Cristo,
cuando predicas con denuedo las buenas nuevas de salvación eterna.
Es el paso de consagración al que te lleva el Santo Espíritu,
en tan trascendente prueba.
Oh Señor Jesús, hemos de emular tu celestial predicación,
que nos ha de llevar hasta los confines del mundo.
Tu poder, oh Señor, circuncidará el corazón
del entenebrecido espíritu moribundo.
El Rey de la gloria, en el encuentro con sus discípulos después de su resurreccion, les dijo: Paz a vosotros.
Este es el saludo perfecto.
Esta es la sublime luz con la que habréis de alumbraros,
para que las almas convertidas en el nombre de Jesús, traspasen el umbral del cielo eterno.
Paz de Cristo
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