En la Palabra, oh Rey de reyes,
nos muestras tu pensamiento eterno.
Y los que se postulan como víctimas, en sus almas tu gracia reviertes,
para que sus nombres estén escritos en el cielo.
Oh Cristo, Tú viniste a deshacer las obras del diablo.
Y tu majestuoso perdón,
oh Fiel y Verdadero, nos lo concediste desde tu abominable sacrificio en la cruz del Calvario;
dando testimonio, de que la verdadera vida mana del limpio corazón.
Jesús, dijo: No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
Oh Cordero inmolado, Tú sabías lo que iba a suceder antes, durante y después de tu crucifixión.
Porque tu verdugo será la víctima en el juicio postrero.
Y Tú, oh Santo de Israel, eras, eres y serás el Señor de la creación.
La Biblia dice: El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Este es su sagrado espacio de indulgencia.
Nada se opone a su naturaleza eterna,
por ser de perpetua excelencia.
Porque Dios es amor,
cíñete el alma con su vínculo perfecto.
Y eleva a su trono eterno, para ser salvo, un estruendoso clamor,
que haga derramar la sobrenatural misericordia del glorioso cielo.
Paz de Cristo
No hay comentarios:
Publicar un comentario