Jesús, dijo: Id y predicad el Evangelio a toda criatura, hasta lo último de la tierra.
Siempre tendrás la sórdida oposición del maligno.
Si en tu alma no hay unción cuando anuncias la Palabra,
es que no dejas una huella indeleble en el sagrado camino.
Oh Cristo Jesús, heme aquí, yo iré.
Has de saber, que tu predicación atravesará un entenebrecido y yermo desierto;
y que por la vereda angosta discurrirá,
para que Tú escojas, oh Señor, al que habrá de ser salvo.
Sembrar la semilla santa es nuestro perfecto propósito.
Y a todo corazón incircunciso, horadará
el exhorto Cristocéntrico poético,
para dar alas al alma cautiva, que en el nombre de Jesús se salvará.
Oh Rey de reyes,
al corazón de piedra, transfornarás en un corazón de carne.
Y estos son los prodigiosos bienes,
que dan el fruto glorioso de tu sagrado linaje.
Oh Señor de señores, la generación errática,
se postulaba contumad en su iniquidad.
Y, oh Rey de la gloria, Tú eres el que santifica;
y así los más perdidios podran ver tu rostro eterno, al ser su ofrenda la santidad.
Paz de Cristo
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