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viernes, 10 de julio de 2020

1 PEDRO 2:20-22 EN CRISTO

Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios.
Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca.
¿Por qué todos nosotros estamos en la encrucijada del pecado atrapados?
¿Es qué aun siendo hijos del Omnipotente Señor y  Salvador Jesucristo, no hemos creído en Él con una solemnidad gloriosa?

La elección de la santidad celestial está en nuestro atribulado corazón. 
Nadie podrá redimir su alma, sino se posiciona en el nombre de Jesús ante la inmunda iniquidad.
No existe peor desazón,
qué no llevar a término la Cristocéntrica verdad.

La Biblia dice: El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. 
Pero los cobardes e incredulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
Ya mo podemos seguir especulando entre el pensamiento y la intención del corazón: esto el Rey de reyes lo dio por su omnisciencia discernido;
y nos bendijo al sepultar por el bautismo nuestra vida disoluta.

No dejaste ningún cabo suelto de maldad, oh Cordero inmolado, 
en tu sacrificio en la cruz del Calvario, por redimir de la esclavitud del  pecado a la abominable humanidad.
Y con exigua disposición el ser humano quiere ser bienaventurado, 
no limpiando su obscuro ultraje de fútil vanidad.

Jesús, dijo: Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí.
Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.
Id con el máximo candor, y poned por obra la Palabra hasta el fin;
porque de nada valdrán los adulterados mimbres.
                         Paz de Cristo 






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