Oir la Palabra, se ha de convertir inexcusablemente en ponerla por obra;
y para tan sagrado hecho, ha de intervenir la revelación del Santo Espíritu.
De gracia recibisteis, dad de gracia
en el nombre del Señor Jesucristo.
El Padre eterno, no se hizo carne en el Hijo del Hombre,
para que des rienda suelta a tus ambiguas decisiones.
Cristo Jesús te redimió en la cruz del Calvario con su muerte;
y sufrió las más lacerantes heridas en su sagrado cuerpo, para ofrendarte eternas bendiciones.
Hacer el más mínimo desden del Evangelio de la gracia,
supone contristar al Espíritu Santo.
Y quien puede decir, oh Señor, que verdaderamente te ama,
sino a sufrido hasta la sangre un martirio que exceda del espanto.
Oh mi Cristo, Tú nos enseñaste la Sagrada Escritura,
consumandola hasta tu muerte, y muerte de cruz, sepultura y resurrección.
Y nos guardaste del mundo, para hacer de nuestro espíritu, alma y cuerpo una nueva criatura.
Buscamos día y noche tu rostro con quebrantamiento, postrados a tus pies, oh Altísimo Señor, para eterna salvación.
Oh Santo de Israel,
tu sacrificio en la cruz del Calvario,
no lo podrá suplir el ser humano que te sea hasta la muerte fiel;
porque únicamente por la gracia de tu excelsa diestra, podremos hollar el celestial santuario.
Paz de Cristo
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