La convicción de pecado nos anuncia la verdad en Cristo Jesús,
y anula todo prejuicio que impida la santidad.
El gozo del Señor es nuestra fortaleza de incomparable plenitud,
que nos dimensiona la gloriosa eternidad.
La abyecta mentira es impermeable a la bienaventuranza de nuestro Altísimo Cristo,
y se radicaliza en el obscurantismo letal.
Vivifícate en la gloria del Santo Espíritu,
y te revestirás del eterno poder celestial.
Deshazte de la hipocresía que emmascara tu vida,
y echa toda ancestral mentira en el abismo.
Haz que tu alma sea santa,
en la ferviente adoración al que de Israel es Santo, el Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo.
El lugar restringido a los santos en Cristo,
rechaza de plano cualquier sometimiento a satanás.
Y a ninguna asechanza del maligno dará crédito;
e incorruptibles, oh Alto y Sublime, sus santísimas alas preservarás.
Oh Rey de la gloria, porque Tú tuviste compasión por el alma del ser errático,
te inmolaste en la cruz del Cavario para redimir a todos los pecadores.
Y al pétreo corazon del hombre satánico,
lo santificaste, oh Señor, con la gracia de tus majestuosas bendiciones.
Paz de Cristo
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