Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?
Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.
El ser humano, llevado por su inercia pecaminosa, defiende febrilmente su sórdida opacidad.
La Sagrada Palabra, nos habla de sus perniciosas imposturas,
que son diametralmente opuestas a la verdad.
De nada van a servir las excusas, delante del Señor, a toda alma impura;
porque Él discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
Y en la humana realidad de atribulada espesura;
no cabe, de forma improvisada, su santa regeneración.
La Biblia dice: Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales en tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
Y en tu vida no habrá más idolátricos altares;
sino rebosará tu espíritu de sagradas enseñanzas.
No estés más tiempo desarraigado de la doctrina Cristocéntrica,
que es la única que transformará tu condenación en salvación.
Incorruptible, sin arruga y sin mancha ha de ser arrebatada la amada Iglesia,
que de lino blanco vestirá su fiel consagración.
¡Jesús te ama!
Reprueba toda maldad.
Y si libre de pecado permanece el alma,
habrá tocado fondo tu santidad.
Paz de Cristo
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