El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.
Sin embargo, al final todos descubrirán,
que este singular misterio de la diestra de Dios subyace.
Y llegado tan grandioso momento la Iglesia del Señor será arrebatada.
Las almas se elevarán con alas de santisima pureza, para encontrarse con el Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo en las nubes de gloriosa eternidad.
Y no harás, oh Señor, acepción de personas; de tu infalible justicia será el alma bienaventurada,
que habrá dictaminado la Palabra de eterna verdad.
Jesús, dijo: Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el dia en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será la venida del Hijo del Hombre.
Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado.
Tan fausto o infausto acontecimiento lo habrá prefijado en su santuario de gloria el Altísimo Soberano majestuosamente,
donde figurará escrito el santo nombre del arrebatado.
Por la inmarcesible Palabra seremos juzgados para condenación o salvación.
Y de gracia y no por obras,
recibirás el galardón,
que te dará el privilegio de ver las luces eternas.
El sagrado río del Rey de reyes y Señor de señores,
pasa cada segundo de tu vida a rebosar.
Y discurren por él, oh Fiel y Verdadero, tus misericordias y favores,
para en el día postrero poder contigo resucitar.
Paz de Cristo
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