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jueves, 16 de julio de 2020

ROMANOS 14:7,8 EN CRISTO

Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. 
Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos del Señor somos.
Nada tiene más transcendencia, oh Señor, que estar asidos a tu majetuosa diestra hasta el fin;
porque los verdaderos hijos del Altísimo Jesucristo, por su salvación clamamos.

Enjuto es el camino que Cristo nos enseñó;
seguir cada uno de sus pasos es vida eterna a la sazón.
Y sin embargo, la chusma lo crucificó,
al no entender que la vida manaba de su glorioso corazón.

Tus sobrenaturales milagros, oh mi Cristo, 
no han conmovido a la fatua humanidad.
Necesitan de gracia recibir el Santo Espíritu, 
para profundizar en el conocimiento de la sagrada verdad.

¡Qué vida tan esteril es de la que el mundo hace gala!
¡Qué sórdido es su errático existir!
Sí, se pensarán que la creación es una fábula,
en la que una ficción improvisada es vivir.

La Biblia dice: Pero él les mandó que a nadie dijesen esto, encargándoselo rigurosamente, y diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y que resucite al tercer día.
Y decía a todos: Si alguno quier venir en pos de mí, nieguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
Porque el que siembra espiritualidad en el Señor se gloría,
y ha de resistir hasta el martirio más execrable.
                            Paz de Cristo 

















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