¡Hay poder en el nombre de Jesús!
Y nuestra letal obscuridad,
se tornó en su admirable luz.
Nada nos impedirá consumar tu plan perfecto, oh Señor, en la majestuosa eternidad.
Habrá yermos desiertos que atravesar;
y nos concernirán en tu gozo, oh Cristo, que es nuestra fortaleza.
En tus pruebas de veredas angostas, oh Cristo Jesús, nos confrontarás con la esencia de amar;
y será frente al impío, que muestra su arrogante indiferencia ante tan solemne certeza.
¡La tibieza no desnuda el alma!
Los discipulos dijeron a Jesús: Auméntamos la fe.
Necesitamos una unción grandiosa,
para que el inconverso vea por el Espíritu lo que su ojo no ve.
La verdadera consagración del siervo de excelencia,
se fundamenta en llegar a la estatura del varón perfecto.
Y únicamente del que fuera traspuesto a las alturas sería la evidencia;
¿pero habrá algo imposible para el Eterno?
Qué frustrante será en el arrebatamiento de la amada Iglesia, no haber profesado la genuina santidad,
oh Altísimo Señor y Salvador Jesucristo, para poder ver tu sagrado rostro.
Y es que, tu infalible balanza, oh Rey de la gloria, que pesa del corazón la verdad;
concederá el galardón celestial al bendito, y condenará al que no se arrepintió del oprobio.
Paz de Cristo
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