El hombre de alma endurecida, no es sensible a los prodigios del Creador.
Su vida pasa con indiferencia por ignominiosas pruebas,
que no revierten en el milagro de su conversión, oh Señor.
Y por no entender la gloriosa transcendencia de su diario vivir,
ha hecho desden, oh Alfa y Omega, de tu excelsa diestra.
Oh Alto y Sublime, Tú has armonizado todo su existir;
porque es de tu creación la obra maestra.
¿Cabe la más mínima esperanza de instruir a la hunanidad en el conocimiento de la Palabra?
¿O Dios ya la ha condenado al perpetuo fuego eterno?
¿Quién escapará, oh Omnipotente Señor, de la ira venidera,
sino el que su nombre figure escrito en el santísimo cielo?
Del anatema huye,
el que tiene sabiduría de lo sagrado.
Y no hay mayor certidumbre,
de que si formaras parte del arrebatamiento, vivirás con el que de Israel es Santo.
Del Evangelio de la gracia,
estas concernido en Cristo Jesús.
Y es tan indubitable su Palabra,
que tu obscuridad será transformada en su admirable luz.
Paz de Cristo
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