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martes, 14 de julio de 2020

NINGÚN SILENCIO TE ALABA, OH CRISTO

Los silencios son propios del anticristo.
Por la Pabra se nos revela el pensamiento eterno.
Oh mi Cristo, Tú enseñaste la sabiduría de lo alto, aun al fatuo de espíritu, 
para que en tu nombre traspasase el glorioso umbral del cielo.

La Biblia dice: Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús.
¡Oh Rey de reyes, de las tinieblas sacaste a tus discipulos,
para llevarlos a tu admirable luz!

Y también: Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.
Nada impostado entrará en la eternidad,
sino el que se haya purificado con el vínculo perfecto del amor.

Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mi mismo, sino que él me envió. 
¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.
No cabe el conocimiento del Sagrado Escrito, sino para el que lo obedeció,
y recibió de gracia la santificación del alma.

Y también, La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.
Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.
La cabeza de la Iglesia es Cristo, y nosotros miembros de un mismo cuerpo, 
para que unido por las coyunturas en santidad, sea un día a la morada de eterna gloria arrebatado.
                              Paz de Cristo 




















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