Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Esta es la bendición que anhelamos del Eterno,
y la inconmensurable misericordia de nuestro Cristo santísimo.
Y también: Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porqué también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
Concernidos en el don de la fe, los hechos de grandiosa solemnidad se suceden;
porque en el Amén que es Cristo, sus sagradas señales viven.
Son de Cristo Jesús los del genuino arrepentimiento;
y se produce en un de repente.
Todo sucede por obra del Santo Espíritu; y es su derramamiento,
lo que traspasa el quebrantado corazón doliente.
Oh Altísimo Señor Jesucristo, en tu crucifixión, pronunciaste unas excelsas palabras de eternidad,
que son de naturaleza inmarcesible en la Sagrada Escritura.
A uno de los malhechores en el Gólgota, oh Rey de la gloria, únicamente le fue necesario estar ceñido de tu verdad;
para ser salvo en ese glorioso momento, al convertirse en una nueva criatura.
Y es que, en la voluntad del Omnipotente Señor Soberano,
se hará propicia nuestra salvación.
Y del que de Israel es Santo,
será nuestra morada de perpetua unción.
Paz de Cristo
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