Quien sojuzga a la persona,
es contrario al principio bíblico;
que propicia la conversión mundana,
en el milagro del Espíritu.
La acepción del ser humano,
no existe en Cristo;
porque el pecador cabe en su mano,
y por la Palabra le bendijo.
La impostura de potestades malignas,
que ofenden al Señor,
son enraizadas mentiras,
contrapuestas a su amor.
El árbol oculta al bosque,
en la injusticia del idolatra.
Y al Señor, que todo lo puede,
personifica en irreverente y abominable estatua.
Busca la pureza en Jesucristo,
y proclama su Palabra con transparencia,
que del Santo Espíritu
es esencia.
Paz de Cristo.
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